Opinión

Con derecho a ilusionarse y volar, con oportunas señales que lo bajan a la tierra

Por Vito Amalfitano

El mejor resultado. El 3 a 2 para Aldosivi de ayer sobre Argentinos Juniors en el Minella, para quedarse puntero de la Zona 2 del del torneo Transición del fútbol argentino, fue el marcador ideal para el equipo de Mar del Plata. Mejor incluso que una goleada tranquila, manteniendo el cero en arco propio, como la semana pasada ante Olimpo.

Es que tanto en aquel partido como en este el equipo recibió señales de alarma, que hubieran quedado tapadas o disimuladas si no hubiera sufrido esta vez dos goles en contra, aunque no para el entrenador, porque “Teté” Quiroz es habitualmente mesurado en sus conclusiones sobre el rendimiento de sus dirigidos.

Este resultado, este 3 a 2 sobre Argentinos, indica claramente dónde está parado Aldosivi. Un equipo con “poder de fuego”, con capacidad de gol, con seis tantos en dos partidos, pero que no se debe confiar y debe seguir en la búsqueda del equilibrio justo. El orden lo sostuvo en todo el encuentro ante Olimpo y solo en algunos pasajes de este partido. En este caso por momentos perdió la pelota y el control en el medio que, con poco, se lo adueñó Argentinos, en el primer tiempo llevado por la calidad de Federico Insúa, en el segundo más por el repliegue peligroso de Aldosivi.

En esta última partido del choque de ayer, con un sufrido final, quedó claro también porque a “Teté” Quiroz ya le sale “el equipo de memoria”. Cuando no están algunos de los claramente titulares que elige, se nota que se resiente la estructura. Desde que dejaron la cancha Pablo Lugüercio, motor y pulmón del equipo, y Cristian Llama, el cerebro de la mitad de la cancha hacia adelante, Aldosivi no fue el mismo. Ya sea por menos dinámica (por Lugüercio), ya sea por menos administración de la pelota (por Llama), el equipo perdió control.

Si se sigue esa línea de pensamiento, comprobada en la práctica en el partido de ayer, también le costará a Aldosivi reemplazar en el próximo partido a Hernán Lamberti, expulsado sobre el final, cuando Argentinos se venía por todos lados.

Los dos goles de Argentinos y el sufrimiento del final denuncian, en efecto, que el equilibrio justo no es ya un punto de llegada sino un camino a buscar y seguir perfeccionando por Aldosivi. Más allá de que, tal como lo expusimos después del 3 a 0 ante Olimpo, es un equipo que parece llamativamente maduro para un arranque de campeonato. Justamente para no creerse eso, para no distenderse o dejarse estar como pareció cuando el partido de ayer estaba 3 a 1, vino bien este apremio del cierre, llegaron como una señal estos dos goles del oponente.

De una u otra forma, en aquel 3 a 0 ante Olimpo, en este 3 a 2 a Argentinos, lo halagüeño para Aldosivi son los recursos con los que cuenta, sus variantes de ataque, la versatilidad. Por lo visto hasta ahora, de su equipo titular. El equilibrio que provoca Santiago Rosales es cosa seria, para acaparar las miradas de todo el fútbol argentino en este arranque de campeonato. Pero también tiene a Llama para pensar y definir, a Lugüercio para aportar dinámica y llegar en posición de ataque, a Rivero para recuperar y ser salida, y a Penco para sumarse bien al circuito de juego y ser muy solidario como pivot de ataque, más allá de que aun no haya podido convertir. Ayer le agregó también los cabezazos de Galván como arma de ataque, además de algunas de sus respuestas defensivas, salvo el cierre de apuro para todos.

Aldosivi es puntero y sueña. Alimenta una ilusión, que el técnico siempre sabe canalizar y bajar a la tierra. Ayer tuvo “la ayuda” de esos dos goles del rival, aunque no hubiera querido pasar ese susto. Nadie, de todos modos, y a pesar de todo, puede impedir la esperanza. Mucho más si se alimenta con seis puntos y seis goles en dos partidos. Pues entonces bien se puede utilizar la frase clásica del gran periodista y relator marplatense Juan Carlos Morales: y déjenlo volar…

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